Diseñador de prodcuto y facilitador de Design Sprints, generando ideas y soluciones innovadoras.
Ver todo los artículosUno de los mayores desafíos para expandir el concepto de Design Sprint es su aplicabilidad en los asuntos de las administraciones publicas. ¿Cómo su paquidérmico andar podría encajar en la inmediatez de un mundo que va cambiando rapidamente?
La necesaria irrupción y crecimiento de la prestación de servicios de gobierno electrónico parecería tener la clave. Cada vez más, el ciudadano requiere acortar su interacción con el Estado a solo un click de distancia. Réquiem a las largas e interminables filas y engorrosa tramitomanía de nuestros países, engolosinados con leguleyadas sin fin.
Uno de los programas pioneros que se ha lanzado al ruedo a materializar este desafío ha sido Civic Hall Toronto. Un sólido iceberg que propende por el naufragio definitivo del descomunal Titanic de la burocracia canadiense.
Una de sus representantes, Christine Lee, es consciente de que este cambio cultural es la espina dorsal de esta reinvención. Y reconoce que ha encontrado receptividad hacia estos nuevos vientos por parte de las altas esferas del gobierno.
Nada mejor para el funcionamiento del Estado que sus procesos acorten sus tiempos en la toma de decisiones. Es decir, reducir eternas discusiones bizantinas de meses a una semana por mucho, tiempo máximo de duración de un Sprint.
En el aterrizaje del Design Sprint en grupos de trabajo gubernamentales, claramente ofrece ventajas que hacen alcanzables los objetivos propuestos.
En primer lugar, la discusión interdisciplinaria entre miembros de diferentes equipos enriquece la visión sobre el problema a resolver. Y más en temas de cara al ciudadano, donde conceptos como la inclusión deben primar en la toma de decisiones.
Sin embargo, Christine recomienda que al momento de los debates cortos, la discusión se debe centrar en un punto específico. Abrir demasiado el espectro atenta fuertemente contra la efectividad de estas sesiones.
Y agrega que en el segundo día el Sprint se encamina mucho mejor, ya que se centra en las soluciones. Éstas se ven sintetizadas en los ‘How might we’s que cada uno expresa sucintamente en sus post-its.
Esta última es otra característica de los Design Sprints que agiliza el avance hacia las metas propuestas. Los post-its limitan al máximo la divagación, en un ámbito tan dado a ella como el sector público.
En cuanto a la definición de los parámetros para llegar al prototipo, Christine sugiere que se busquen las mejores soluciones. Es decir, no se puede privilegiar el concepto de lo viable, o fácilmente realizable. Ella insiste en que la mira debe estar puesta en lo que resulte verdaderamente deseable para las comunidades.
Finalmente, en cuanto al testeo del prototipo, esta fase es la de mayor importancia. Esto se explica ya que se trata de un servicio de carácter público. Y aquí, más que apuntarle a la perfección, el mantra debe ser la usabilidad.
El triunfo estará dado en la medida en que las herramientas o aplicaciones se popularicen al máximo. Y estén al alcance de cualquier ciudadano de a pie.
En este sentido, la retroalimentación que se obtenga por parte de los usuarios convocados al Sprint resulta determinante. Así no se llegue a la solución definitiva, sus observaciones al menos nos dejarán muy cerca del escenario deseado.
Damos vida a nuevos productos y perfeccionamos los existentes a través de una estrecha colaboración con nuestros clientes, empleando el Design Sprint como nuestra herramienta principal. En tan solo una semana, logramos avances significativos que superan meses de enfoques convencionales en el progreso de proyectos
Al validar tus conceptos de forma temprana, reducirás el riesgo de perder tiempo y dinero en proyectos equivocados. Para construir conceptos a prueba de errores, comienza con un Sprint.
RESÉRVALO YA!